¿Qué puede compararse con el bendito tiempo de la oración?
Mientras permanecemos en la oración con fervor, en el alma hay paz, calor, suavidad y luz, porque entonces estamos con Dios y en Dios; mas en cuando dejamos de orar, al instante vienen las tentaciones y diversas turbaciones.
La oración es un sentir constante de nuestra pobreza y de nuestra impotencia espiritual; es contemplar en nosotros mismos, en los hombres y en todas las criaturas, las obras de la sabiduría, la bondad y la omnipotencia divinas; la oración es una disposición perseverante y agradecida del alma. Cuando ores, esfuérzate por todos los medios en sentir con el corazón la verdad y la fuerza de la oración; aliméntate de ellas como de un alimento que no perece, y abreva tu corazón con ellas como con un rocío; caliéntalo como con un fuego gratífico.
En la oración y en toda obra de tu vida, huye de la opinión vana, de la duda y de toda figuración satánica. Que tu ojo interior sea sencillo, para que todo el cuerpo de tu oración, de tus obras y de tu vida se mantenga impoluto. Mientras permanecemos en la oración con fervor, en el alma hay paz, calor, suavidad y luz, porque entonces estamos con Dios y en Dios; mas en cuando dejamos de orar, al instante vienen las tentaciones y diversas turbaciones. ¡Oh, bendito tiempo de la oración!
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, În lumea rugăciunii, Editura Sophia, București, 2011, p. 8)
