¿Qué puedo hacer si amo a alguien que no es creyente?
Ciertamente, el chico tiene una gran necesidad de amor, ¡pero ámalo como una creyente, para que vea cómo ama alguien que cree! Atrévete a amarlo como alguien que cree, y verás lo que él llegará a ser. ¡Ten valor, hija mía!
¿Qué puedo hacer si amo a alguien que no es creyente?
¡Pues, ámalo! Ciertamente, el chico tiene una gran necesidad de amor, ¡pero ámalo como una creyente, para que vea cómo ama alguien que cree!
En nuestro centro de formación tuvimos una chica, estudiante universitaria, muy devota. Y sucedió que un día se enamoró de un muchacho que no tenía ninguna relación con las cosas de la fe. Y, naturalmente, también él se enamoró de ella.
Ella le dijo: “Soy practicante de mi fe, ¿sabes?”. Y él responde: “Ajá. ¿Y eso qué?”. No era relevante para él. “Asisto con frecuencia a la iglesia”. Y él, “Bueno, hazlo”.
Finalmente, luego de dos o tres meses, él quiso besarla. Y ella le dijo:
—Como te he dicho, soy practicante.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Las chicas creyentes no se besan.
—¿Ah, no?
—No.
—¿En absoluto?
—En absoluto.
—¡Ah! Entonces no podemos continuar con esto.
—Desde el principio te dije que soy devota.
—No, no puedo.
Y se fue. Después de una semana, volvió y le dijo a la chica:
—¿Sabes? Te amo.
—Sí, pero recuerda que soy practicante.
—Bien, no te besaré.
Y agregó él: “Ahh, y creo que piensas así, precisamente porque trabajas con la Madre Siluana. Está equivocada. ¡Iré a hablar con ella!”.
Y, ciertamente, el muchacho vino a hablarme:
—Madre, no es normal. Yo la amo, ¡pero ella no me deja besarla!
—¿Has tenido otras novias?
—¡Tres!, dice.
—¿Y las besabas?
—¡Sí!
—¿Y las amabas?
—Sí.
—¿Y en dónde están ahora?
—¡Quién sabe!
—¿Ves? Las besabas, las perdiste. ¿Quieres perder también a esta chica?
—¡No!
—¡Entonces no la beses hasta la boda!
—¡Está bien!
Después, ocurrió que los padres del muchacho querían que ambos jóvenes se fueran a vivir juntos, pero sin casarse. Y ella insistía: “No puedo. ¡Les he dicho que soy practicante de mi fe!”, sin ceder un ápice. Uff... ¡Qué problema! Finalmente, fueron respetando su determinación. Cada vez que él pretendía algo, ella respondía: “No puedo, ¡soy practicante!”. En determinado momento, él se alejó, para volver poco tiempo después. Al final, la voluntad de Dios salió avante y actualmente tienen un niño precioso y son felices.
Así pues, atrévete a amarlo como alguien que cree, y verás lo que él llegará a ser. ¡Ten valor, hija mía!
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, pp. 175-176)