¿Qué sería de nosotros sin la paciencia que nos tiene el Señor?
¡Benditas sean estas dos virtudes divinas, la Gracia y la paciencia! ¡Cuántos pecadores han sido salvados gracias a ellas!
Debido a que es Justo, el Señor permite que en el mundo convivan el bien y el mal, siendo paciente con este último, porque Él no desea la perdición de los pecadores. Del mismo modo, Dios castiga a quienes no quieren arrepentirse y a quienes pretenden aprovecharse de Su inmensa paciencia. ¡Ciertamente, es admirable y encomiable la enorme paciencia de Dios, fruto de Su amor por lo que Él Mismo creó!
Gracias a esa inconmensurable paciencia, ¡cuántos pecadores y pecadoras no se han salvado, quienes en principio tendrían que haber sido castigados eternamente! ¿Qué sucedería si Dios no fuera tan paciente con nosotros, previendo siempre nuestra enmienda y nuestra conversión? ¡Benditas sean estas dos virtudes divinas, la Gracia y la paciencia! ¡Cuántos pecadores han sido salvados gracias a ellas! Pensemos en Manasés, rey de Judea, un hombre lleno de maldad, quien recibió la misericordia de Dios al agradecer Su enorme paciencia para con él. ¡Leamos la oración de Manasés y aprendamos a arrepentirnos y a reprendernos, para después enderezar nuestro camino!
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Spicul viu. Gânduri despre calea mântuitoare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2009, pp. 93-94)