¿A quién acudes cuando enfrentas alguna pena?
Soporta todo esto con paciencia y buena disposición, poniendo siempre toda tu esperanza en Dios, sin esperar de nadie más el consuelo y el auxilio que te gustaría recibir.
Tienes que estar preparado para aceptar toda clase de improperios y ofensas, insultos y acusaciones por parte de los demás, incluso de parte de quienes menos lo esperas. Tienes que considerarte digno de todas esas palabras y actitudes, recibiendo todo con gratitud y alegría. Sé paciente en el dolor, la tristeza y el pesar que vienen de los demonios, sabedor de que también tú mismo te has dedicado a hacer lo que les agrada a ellos. Asimismo, tienes que soportar con valentía la carencia de lo que te es necesario, al igual que las adversidades y las amarguras de la vida. Sé paciente, confiando siempre en Dios, aunque te falte el alimento diario, que en cosa de horas se convierte en desecho. Soporta todo esto con paciencia y buena disposición, poniendo siempre toda tu esperanza en Dios, sin esperar de nadie más el consuelo y el auxilio que te gustaría recibir.
Porque todo auxilio de parte de los demás es fruto de la iluminación y la orientación de Dios. Entonces, pon en Sus manos tu pesar, y en toda adversidad acúsate solamente a ti mismo, reconociéndote la causa de tu sufrimiento, por haber comido el fruto prohibido del árbol y, al hacerlo, haber conocido distintas pasiones. Luego, acepta con gratitud las penas, porque ellas te ayudan a espabilar y endulzarte con el don de Dios.
(Traducido de: Sfântul Isaac Sirul, cel de Dumnezeu-insuflat, Despre ispite, întristări, dureri și răbdare, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 47-48)