A quién debemos encomendar la construcción de nuestra casa espiritual
“Con la sabiduría se edifica la casa, con la inteligencia se consolida” (Proverbios 24, 3).
El constructor, el alarife de la casa espiritual de nuestra alma es la justa medida, es decir, la prudencia, unida a la sabiduría, tal como está escrito: “Con la sabiduría se edifica la casa, con la inteligencia se consolida” (Proverbios 24, 3). Pero el verdadero maestro de obras de nuestra casa espiritual es nuestro Señor Jesucristo Mismo, porque sin Él no podemos hacer nada: “Si el Señor no edifica la casa, en vano se afanan los constructores” (Salmos 126, 1); “Permaneced en Mí, como Yo en vosotros... porque sin Mí no podéis hacer nada” (Juan 15, 4-5).
(Traducido de: Arhimandritul Ilie Cleopa, Urcuș spre Înviere, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1992, pp. 218-219)