Palabras de espiritualidad

¿Quién dijo que el Señor no atiende nuestras plegarias?

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Señor, que todo ocurra no como lo quiero yo, sino como lo quieres Tú. ¡Hágase tu voluntad, como en el Cielo, así también en la tierra!”.

Pongamos todas nuestras preocupaciones en las manos de Dios, porque Él hace todo por nosotros. ¡No permitamos que nuestra alma se empequeñezca, no nos perturbemos! Él conoce todos los rinciones del alma humana y también nuestras pasiones; por eso, puede ayudarnos a librarnos de ellas, como solo Él lo sabe hacer.

¡Pidámosle a Dios y no perdamos el coraje! No creamos que nuestros anhelos están llenos de santidad y que por eso tenemos el derecho a rebelarnos. Tampoco pensemos que nuestras oraciones son desatendidas. Dios cumple nuestros deseos, de un modo que nosotros no somos capaces de percibir. ¡Tranquilicémonos, pues, y llamemos a Dios para que venga en nuestro auxilio!

Recordemos que no son nuestras oraciones y plegarias las que traen consigo su respuesta, porque no son perfectas. Solamente el Señor puede llevarnos a la perfección, porque Él viene a morar en nuestro interior, cuando cumplimos con Sus mandamientos. Y uno de los primeros mandamientos es dejar que en nuestra vida se cumpla no nuestra voluntad, sino la de Dios. Y que todo sea como en el Cielo por parte de los ángeles. Solo así podremos decir: “Señor, que todo ocurra no como lo quiero yo, sino como lo quieres Tú. ¡Hágase tu voluntad, como en el Cielo, así también en la tierra!”. En conclusión, sin Cristo en nuestro interior, nuestras oraciones y nuestras peticiones nos llevan al engaño.

(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere Preot Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, p. 281)