Palabras de espiritualidad

¿Quién es el iconógrafo?

  • Foto: Maria Burla

    Foto: Maria Burla

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Si desea dominar el arte de la Iglesia, el iconógrafo debe ser capaz de conformar su talento y su vida entera a los principios dogmáticos, místicos, canónicos, litúrgicos y artísticos de la Tradición.

El iconógrafo es aquel que anhela ver el rostro de Dios, lo que significa que porta en la memoria de su corazón esa sensación natural de lo sacro, del cual los Santos Padres nos hablan con frecuencia. Al mismo tiempo, posee el don artístico de representar dicha sensación mística. El pintor, al realizar algo, si lo hace en el amor de Dios, está realizando también un misterio, Fue engen.drado y puesto en ese lugar de creación y meditación por Dios.

Si desea dominar el arte de la Iglesia, debe ser capaz de conformar su talento y su vida entera a los principios dogmáticos, místicos, canónicos, litúrgicos y artísticos de la Tradición. Desde luego, no se trata de una sofocante censura impuesta al talento artístico y a las capacidades creadoras que posee. Al contrario, solamente esa experiencia espiritual le puede abrir los ojos espirituales, para poder entender las realidades en misterio que se propone visualizar. Para alcanzar en verdad el arte sacro, en la misma persona deben convivir un artista y un teólogo contemplativo. La destreza y el talento, aunque son necesarios, no son suficientes. Ni el talento sin formación, ni la formación sin talento podrían ayudar al perfeccionamiento del artista.

La creación iconográfica verdadera es posible sólo en un medio espiritual sano, en el cual la cultura teológica, la sensibilidad litúrgica y las capacidades artísticas constituyen los elementos del estado de normalidad. Quien pretenda estudiar la técnica de este campo, antes de estudiar dibujo artístico —así como los métodos y materiales necesarios para ello—, debe entender el carácter santo del arte, su destino supremo y su estrecho vínculo con la vida de la Iglesia. Ser iconógrafo es un servicio de naturaleza eclesial. Por esta razón, todos los cristianos son llamados a dar testimonio de Cristo en el mundo, por medio de los dones recibidos, porque todos serán bendecidos en esta labor.



 

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