El demonio ha sido llamado "servidor de Dios", por ser aquel que, con Su aquiescencia, castiga a los pecadores, aunque siga siendo un apóstata y astuto malhechor, porque comparte la misma voluntad con esos que se han apartado de Dios por los placeres.

Porque es justo que sean atormentados por el demonio esos que han abrazado, con voluptuosidad, sus pérfidos planes, pecando voluntariamente. De esta forma, el demonio es tanto el que instiga al placer como el que castiga con el suplicio.

(Traducido de: Sfântul Maxim Mărturisitorul, Răspunsuri către Talasie, răspunsul 26, în Filocalia, vol. III, p. 105)