Muchas veces, en nuestro camino encontramos una “piedra” muy grande, una roca, un serio obstáculo para la realización del propósito que nos hemos trazado, de tal suerte que nos parece que no tenemos ninguna posibilidad de quitarla del medio para seguir avanzando. Nos sentimos impotentes y repetimos aquellas palabras de las miróforas: “¿Quién nos retirará la piedra?”. Pero, recordemos ¿qué fue lo que ocurrió entonces? Que las miróforas fueron partícipes de una inesperada alegría, justo cuando más convencidas estaban de hallarse ante un obstáculo insalvable. La piedra había sido apartada, y aquellas mujeres supieron que el Señor había resucitado. ¿Qué enseñanza podemos extraer de este acontecimiento? Que debemos apoyarnos únicamente en Dios, que no debemos permitir que se nos “infiltre” la más mínima duda, porque el ángel del Señor nos saldrá al encuentro, en nuestro camino tan lleno de espinas. Él empujará esa piedra y, cuando lleguemos al punto en donde esperábamos encontrar más dificultades, descubriremos que, por la piedad de Dios, nos espera un gran gozo, y respiraremos aliviados.

(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 225)