Palabras de espiritualidad

¿Quién puede dudar de la fuerza de la oración?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Oración y más oración, pero con amor. Esta es la mejor forma de ayudar a nuestros semejantes, aun desde la distancia. Es la mejor, la más perfecta forma de ayudarlos. 

Todo se restablece por medio de la oración. Pero tu oración debe estar llena de amor y devoción. No debes orar con desasosiego, sino con la confianza puesta en el amor y en la providencia de Dios. La vida espiritual comprende todo eso. La vida espiritual santifica todo, tanto lo bueno como lo no tan bueno, lo material y lo espiritual. Hagas lo que hagas, hazlo siempre para gloria de Dios. ¿Cómo dice el Apóstol Pablo? “Ya comáis, ya bebáis, hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios” (I Corintios 10, 31). Con la oración, todo lo demás se hace más sencillo. Por ejemplo, lavas los platos sin que se astille o se rompa alguno. Trabajas y oras. Y, mientras tanto, la Gracia viene a tu interior. Cuando tienes la Gracia, todo se hace con alegría, sin esfuerzo.

Así es, hermanos. Cuando oramos sin cesar, Dios nos ilumina en lo que hacemos, aun en las circunstancias más difíciles. Dios llena de discernimiento nuestro interior, porque Él siempre encuentra la forma de hacerlo. Desde luego, podemos acompañar nuestra oración con el ayuno. Es decir que cuando tengamos un problema serio o alguna incertidumbre, empecemos orando y ayunando. Yo mismo lo he hecho muchas veces.

Asimismo, cuando oremos por los demás, hagámoslo calladamente, con la oración que se hace “en lo secreto” (Mateo 6, 6), la cual no es visible. Una cosa más: las distracciones no facilitan la oración. Apartemos el teléfono, las otras formas de comunicarnos con los demás, y las largas conversaciones. Si el Señor no nos ayudara, ¿qué podríamos lograr con nuestro afán? Oración y más oración, pero con amor. Esta es la mejor forma de ayudar a nuestros semejantes, aun desde la distancia. Es la mejor, la más perfecta forma de ayudarlos.

(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003,  pp. 220-221)