¿Quieres recibir la piedad de Dios? ¡Practícala también tú con los demás!
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Nuestra compasión y nuestra piedad para con los demás se elevan hasta el trono de Dios y hacen que descienda Su misericordia.
La misericordia de Dios es lo que nos mantiene vivos. Luego, día y noche tenemos que invocar la piedad y el perdón de Dios. Y los recibimos, si también nosotros somos capaces de practicarlos con los demás. Nuestra compasión y nuestra piedad para con los demás se elevan hasta el trono de Dios y hacen que descienda Su misericordia. Quien practica la piedad, recibe la piedad de Dios. Si das amor, recibes amor.
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credinţă şi mântuire, Editura Bunavestire, Galaţi, 2003, p. 18)
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