Palabras de espiritualidad

¡Quiero que vengas a mi corazón, Señor!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Hermano, no lo pienses más: ofrécele al Señor tu corazón, y Él lo hará Su templo. Pero debes dárselo por completo. Si le das solamente una parte, será imposible que Él construya ahí un templo entero.

San Esteban proclama: “El Altísimo no vive en templos construidos por manos humanas… ¿Qué casa constuirás para Mí, o qué lugar me darás para que descanse?, dice el Señor”. Solamente el templo del corazón puede recibir a Dios, como bien dijo el Señor: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Juan 14,23). ¿Cómo tiene lugar todo esto? Es imposible comprenderlo, pero es una cosa cierta, porque está claro que “Dios es quien obra en nosotros el querer y el hacer, como bien le parece” (Filipenses 2,13).

Entonces, hermano, no lo pienses más: ofrécele al Señor tu corazón, y Él lo hará Su templo. Pero debes dárselo por completo. Si le das solamente una parte, será imposible que Él construya ahí un templo entero, porque una parte estará podrida, otra se estará derrumbando, y lo que salga —si es que sale algo— será un templo con orificios, sin techo, o sin puertas. ¡Es imposible que alguien viva en un lugar así, mucho menos nuestro Señor! Puede que por afuera parezca una construcción, un templo, sí, pero en el fondo será un simple amontonamiento de cosas.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, pp. 70-71)