¿Realmente nos interesa salvar nuestra alma?
¿Estamos o no estamos en el camino de la salvación? ¿Es esta una prioridad en nuestra vida? ¿Hemos progresado algo en este aspecto?
Muchos fieles creen que lo son, solamente porque no niegan a Dios con sus palabras. Yo he confrontado a muchos con la pregunta: “¿Eres creyente? ¿Crees en Dios?”. “Sí, padre, creo en Dios”. Y si empiezo a cuestionar a la persona, muchas veces ambos llegamos a la conclusión de que en realidad no cree en Dios, sino que solamente no lo niega con sus palabras. Alguien que no va a la iglesia, por ejemplo, no manifiesta ninguna clase de fe, no tiene fe. Por ejemplo, yo, que soy creyente, no podría dejar de asistir a la iglesia; luego, si la persona siente que no puede ir a la iglesia, es que no tiene la fe necesaria para hacerlo y participar en los oficios litúrgicos. Del mismo modo, hay otros aspectos similares: si la persona no ayuna, si no respeta las disposiciones del ayuno, si no lee las Santas Escrituras (y no cumple con un determinado esquema de enriquecimiento mental con pensamientos dirigidos a Dios), etc. Todo esto está estrechamente relacionado con la salvación y con los demás estados, las demás etapas en el desarrollo de la vida espiritual.
No se trata solamente de teoría, aunque también una teoría es buena, porque si te falta una base en la mente, no podrás hacer algo bueno con tus actos. Habría que insistir más en este aspecto de la existencia (relacionado con la salvación), y esto tendría que hacerse sistemáticamente, especialmente en el marco de los oficios litúrgicos. Creo que hay mucho por hacer con nuestras homilías, que no deben limitarse a ser simples abstracciones o exposiciones sin ningún compromiso (demasiado “intelectuales”, o simples descripciones informativas), sino prédicas en las que se presente el problema en toda su esencia: ¿estamos o no estamos en el camino de la salvación? ¿Es esta una prioridad en nuestra vida? ¿Hemos progresado algo en este aspecto? ¿En qué punto nos encontramos, qué hacemos de ahora en adelante, qué más podemos hacer?
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Cum putem deveni mai buni – Mijloace de îmbunătățire sufletească, Editura Agaton, p. 56)