Palabras de espiritualidad

¿Realmente sabemos orar?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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La oración pura es la madre de todas las bondades espirituales. “Tómala como madre, y ella te dará hijos”, dice San Isaac el Sirio.

Hay muchos que erradamente creen que los medios de preparación y los sacrificios ascéticos facilitan la oración. La oración es la que engendra todos los trabajos y todas las virtudes. Esas personas toman como medios y auxiliares en la práctica de la oración los frutos o las consecuencias de esta, y con esto degradan injustamente su fuerza. Semejante actitud es completamente opuesta a la Santa Escritura. Porque el Apóstol Pablo nos enseña lo siguiente sobre la oración: Ante todo, recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas…” (I Timoteo 2, 1). Aquí, la primera enseñanza que se extrae de las palabras del Apóstol es que él antepone la práctica de la oración a cualquier otra cosa. Hay un sinfín de cosas virtuosas que se le piden al cristiano, pero el trabajo de la oración debe ser la primera de ellas, porque sin esta no se puede realizar nada bueno. Sin oración no se puede encontrar el camino al Señor, ni se puede entender la verdad, ni crucificar tu cuerpo venciendo pasiones y apetitos, ni iluminar tu corazón con la luz de Cristo y unirte con Él. Tanto el perfeccionamiento como la correcta práctica de la oración superan nuestras capacidades, como bien dice el Apóstol Pablo: “no sabemos cómo pedir para orar como conviene“ (Romanos 8, 26). En consecuencia, solamente la oración constante es dejada a nuestras propias fuerzas, como un medio para alcanzar la oración más pura, que es la madre de todas las bondades espirituales. “Tómala como madre, y ella te dará hijos”, dice San Isaac el Sirio. Aprende a alcanzar primero la oración, y después podrás practicar las virtudes. Justamente sobre esto no se nos habla, porque son pocos los que conocen las enseñanzas místicas de los Santos Padres y las practican como es debido.

(Traducido de: Mărturisirile sincere către duhovnicul său ale unui pelerin rus cu privire la rugăciunea lui Iisus, Ed. Sophia, p. 12)