Recibiendo a Cristo en la comunión
He aquí que ahora portas a Cristo en ti. Procura mantenerlo en tu interior y agradarle con toda devoción. Si Cristo está en ti, ¿quién podría estar en contra tuya?
Esmérate en permanecer con la mente atenta durante los oficios litúrgicos, pasando de un sentimiento a otro. Con el alma preparada, acércate al cáliz del Señor y, al divisarlo, haz una inclinación ante Cristo, Quien se acerca a ti. Abre tus labios y tu corazón, y recíbelo, llamándolo lleno de humildad, junto al Apóstol Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”. ¡Gloria a Ti, oh Dios! ¡Gloria a Ti, oh Dios!
Aproximándote al cáliz del Señor con semejante estado espiritual, y partiendo con el mismo estado espiritual, sentirás en tu corazón: “Verdaderas son las palabras de mi Dios y Señor, al decir que quien comulga de los Dones celestiales y deificantes no está solo, sino contigo, Cristo mío, Quien eres de la Luz con tres resplandores, Que ilumina al mundo”. He aquí que ahora portas a Cristo en ti. Procura mantenerlo en tu interior y agradarle con toda devoción. Si Cristo está en ti, ¿quién podría estar en contra tuya? Y podrás hacerlo todo, en el Señor que te da el poder de lograrlo.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Calea spre mântuire, Editura Egumenița, Galați, pp. 202-203)