Relato de un milagro del Santo Arcángel Miguel
Cada 6 de septiembre recordamos el milagro del Santo Arcángel Miguel en el Monasterio de Dochiariou, en el Santo Monte Athos.
Un joven decidió ir al Santo Monte Athos, con la esperanza de hacerse monje en el Monasterio de Dochiariou. Pero, en vez de llegar por mar, lo hizo por tierra, atravesando el bosque. Por designios de Dios, casi sin darse cuenta encontró un tesoro escondido entre la espesura. Sin saber qué hacer, lo cubrió nuevamente con un buen número de ramas y hojas, y siguió su camino. Más tarde, al llegar al monasterio, le contó al stárets sobre su hallazgo. Entonces, este llamó a dos monjes para que ayudaran al muchacho a traer el tesoro al monasterio.
Los tres expedicionarios tomaron una pequeña lancha y se fueron por mar, rodeando el Santo Monte hasta llegar a la altura del sitio señalado por el mozo. Bajaron, tomaron el tesoro y lo pusieron en la embarcación. Sin embargo, cuando estaban por partir de vuelta al monasterio, el demonio entró en el corazón de los dos monjes, proponiéndoles matar al muchacho y quedarse ellos con el tesoro. Aceptando lo que les susurraba el maligno, tomaron una piedra grande y la ataron con una cuerda al cuello del aterrado joven. Sin pensarlo más, y a pesar de las súplicas del inocente, lo arrojaron al agua. Después volvieron a esconder el tesoro en el bosque y se pusieron de camino al monasterio.
Pero ¿qué sucedió mientras tanto? Cuando el monje a cargo del katholikón del monasterio entró a la iglesia para encender las velas, vio que de las penumbras salía aquel muchacho, completamente mojado y sosteniendo entre sus brazos una enorme piedra que tenía atada al cuello. Asustado, el monje corrió a llamar al stárets, quien al venir le pidió al joven que le explicara qué había sucedido. Llorando, este relató lo siguiente: “Después de mostrarles el tesoro a los monjes, lo pusieron en la barca, me ataron esta piedra al cuello y me arrojaron al mar. Viéndome perdido, comencé a llamar a Dios y a Su Santísima Madre. Entonces ví que aparecieron dos jóvenes luminosos, reconociendo al Santo Arcángel Miguel y a mi propio ángel custodio, quienes me dijeron que no había nada que temer y me alzaron con sus manos. Luego, en un abrir y cerrar de ojos me vi aquí, en el Santo Altar”.
Al escuchar todo esto, el stárets ordenó que nadie dijera nada hasta que volvieran los dos monjes. Horas después, cuando finalmente aparecieron, se dirigieron inmediatamente al stárets y le recriminaron que aquel joven les había embaucado. Ante tanto ardid y perfidia, el anciano los tomó del brazo y se los llevó a la iglesia, en donde estaba reunida toda la comunidad de monjes, con el muchacho en cuestión al centro.
Cuando vieron al chico, los dos monjes se quedaron estupefactos. Después de reprenderlos con severidad, el stárets los envió, con otros monjes, a traer el tesoro que habían escondido no muy lejos del monasterio. Después, por su maldad, el stárets los mandó a vivir a una celda en los alrededores del monasterio, en donde se arrepintieron toda su vida por el pecado cometido.
La piedra que ataron al cuello del joven se conserva aún hoy en el Monasterio de Dochiariou, en el Santo Monte Athos. Se dice que, al principio, el monasterio estaba dedicado al Santo Jerarca Nicolás, pero, debido a la profusión de milagros de los Santos Arcángeles realizados en aquel lugar, los padres del monasterio decidieron cambiar su fiesta patronal, para honrar a estos últimos.