¿Sabemos el precio de postergar nuestro arrepentimiento?
“El Señor mencionó al ladrón en el último momento, para que nadie pierda la esperanza. Pero únicamente uno sólo, para que tampoco nadie espere demasiado de Su misericordia” (Felicísimo Agustín)
Muchos pecan, confiando en que podrán arrepentirse antes de morir, como le sucedió al ladrón bueno. Pero, ¿quién se halla en la misma situación que él?
"El Señor mencionó al ladrón en el último momento, para que nadie pierda la esperanza. Pero únicamente uno sólo, para que tampoco nadie espere demasiado de Su misericordia" (Felicísimo Agustín)
Que el ejemplo del buen ladrón nos ayude a evitar postergar nuestro arrepentimiento, para que podamos “crucificarnos junto a Cristo” (Gálatas 2, 20) y “arrepentirnos con fervor”. Además,, para que logremos experimentar “la misericordia de la compasión”, como dice la oración de San Simeón el Nuevo Teólogo. Crucificando nuestro cuerpo, junto a sus vicios y deseos (Gálatas 5, 24), trabajemos en alcanzar un arrepentimiento pronto y una completa enmienda interior, entregándonos enteramente a la voluntad de Dios y pidiéndole a Cristo, piedad y gracia.
(Traducido de: Sfântul Ioan Maximovici, Predici și îndrumări duhovnicești, Editura Sophia, București, 2001, p. 80)