¿Sabes a Quién le estás hablando?
“¡Oh, qué honor tan inenarrable, qué felicidad de poder llamar al Padre eterno! ¡Guarda siempre y sin alterar esta felicidad suprema, esta oportunidad sin par que te fuera concedida por la infinita bondad de Dios, y no olvides lo que eres mientras estás orando!”.
«Cuando llames, orando, a tu Señor Dios, Aquel que es Uno pero también Tres Personas, no olvides que estás invocando al Padre eterno de la creación entera, de los ángeles y de los hombres, y que todos los poderes celestiales te observan con afecto, cuando invocas con fe y devoción al Padre común, tanto suyo como nuestro, al Creador Todopoderoso, a quien también esos poderes aman inefablemente, y ante Quien se postran con una inmutable piedad.
¡Oh, qué honor tan inenarrable, qué felicidad de poder llamar al Padre eterno! ¡Guarda siempre y sin alterar esta felicidad suprema, esta oportunidad sin par que te fuera concedida por la infinita bondad de Dios, y no olvides lo que eres mientras estás orando! El Señor te ve, los ángeles te ven, los santos, los justos de Dios. 26 de febrero de 1864». Cuando escribí esas líneas, no pude dejar de llorar.
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, pp. 210-211)