San Juan Crisóstomo nos habla de la situación económica de los cónyuges y su influencia en estado espiritual del hogar
No busquemos las riquezas, sino obtener la paz y el amor para nuestro hogar.
Una sola cosa tenemos que buscar: la virtud del alma y la nobleza en la forma de vida, para poder tener paz familiar y para gozarnos sin cesar de un estado de amor y compresión. Porque el hombre que se casa con una mujer opulenta, en vez de una esposa obtiene una patrona. Porque si aun careciendo de riquezas, las mujeres se mantienen llenas de toda clase de pensamientos y fácilmente buscan el encomio y la honra de los demás, al tenerlas, ¿cómo no habrían de convertirse en una carga para sua maridos? Por el contrario, el hombre que se casa con una mujer del mismo nivel económico que el suyo, o de uno inferior, está ganando un apoyo y una colaboradora, y juntos llenan su hogar de toda clase de bondades. Porque la mujer que no tiene riquezas se ocupa más de su marido y evita cualquier clase de discusión con él, excluyendo así la animadversión, la necedad y la dureza en el trato. Por eso, el lazo conyugal con su marido es uno de paz, comprensión, amor y entendimiento. En consecuencia, no busquemos las riquezas, sino obtener la paz y el amor para nuestro hogar.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cateheze maritale – Omilii la căsătorie, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2006, pp. 63-64)