San Macario y la hiena
Al día siguiente, la hiena vino hasta el beato Macario, trayendo entre su hocico una enorme piel de oveja. Luego, se arrodilló, agachó la cabeza hasta el suelo y, dándole al santo tal envoltura, pareció pedirle que la recibiera cual regalo, agradecida por la salud de su cría.
En el libro Lavsaicon, que es una colección de historias de la vida de los Santos Padres, se nos cuenta cómo, una vez, en la celda del gran asceta y milagroso Macario de Alejandría, entró una hiena, poniendo a los pies del santo su pequeño cachorro, que era ciego. San Macario lo recogió y, escupiéndole en los ojos, realizó un milagro. La cría inmediatamente pudo ver y la madre, luego de alimentarla, se la llevó de aquel lugar. Al día siguiente, la hiena vino hasta el beato Macario, trayendo entre su hocico una enorme piel de oveja. Luego, se arrodilló, agachó la cabeza hasta el suelo y, dándole al santo tal envoltura, pareció pedirle que la recibiera cual regalo, agradecida por la salud de su cría. El santo recibió el regalo de la hiena, pero le prohibió que siguiera matando las ovejas de las personas del lugar. Tiempo después, San Macario habría de obsequiarle esa piel al felicísimo y gran Atanasio.
(Traducido de: Sfântul Ierarh Serafim (Sobolev) Făcătorul de minuni din Sofia, Predici, Editura Adormirea Maicii Domnului, Bucureşti, 2007, p. 187)