San Nifón y el ascenso de las almas a los cielos
“¡Gloria a Dios, Quien libró a esta alma de los terribles e impuros demonios!”.
En cierta ocasión, mientras oraba con la mirada dirigida al cielo, sobre él vino una luz divina. Entonces, se le apareció un ángel vestido de blanco, con el atuendo de un diácono. En su mano derecha tenía un turíbulo de oro, con el cual incensó primero hacia el cielo, y después hacia donde estaba Nifón. En ese momento, las puertas del cielo se abrieron y los ángeles de Dios empezaron a ascender y descender como si fueran abejas, llevando consigo las almas de las personas que morían.
Al mismo tiempo, los espíritus perversos intentaban atrapar a los ángeles y arrojarlos hacia abajo, pero estos se defendían con firmeza, salvando a las almas. Cuando aquella alma santa llegó al cielo, a su alrededor se congregó una gran multitud de ángeles, quienes la abrazaron y besaron con afecto, exclamando felizmente: “¡Gloria a Dios, Quien libró a esta alma de los terribles e impuros demonios!”.
(Traducido de: Părintele Petroniu Tănase, Viața și învățăturile Sfântului Ierarh Nifon, Editura Episcopiei Romanului și Hușilor, 1993, p. 62)