La paciencia es el único diamante que embellece al cristiano y le allana el duro camino a la salvación. La paciencia es la valentía del alma, es un baluarte, es la profunda raíz que sostiene al árbol cuando soplan vientos fuertes y llueve torrencialmente.

Las tentaciones tienen como objetivo hacernos espabilar, además de ayudarnos a ganar experiencia y sabiduría por la Providencia de Dios. El Creador también nos castiga, para que nos hagamos eternos y podamos participar de Su santidad.

Pero no te asustes, porque el miedo proviene del maligno, quien se vale de él para desarmarnos y someternos. Pon tu esperanza en Aquel que dijo: “No te dejaré ni te abandonaré” (Hebreos 13, 5). ¡Dios no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas! El hombre que confíe y ore a Dios con una oración humilde, no será ignorado por nuestro Señor.

(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere de Părintele Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, p. 16)