¡Señor, no sueltes mi mano en esta aflicción!
Hemos llegado al punto de creer que es deber Suyo cumplir con todos nuestros deseos.
Usualmente, cuando enfrentamos alguna situación desagradable, esperamos que todo pase o le pedimos a Dios que nos ayude. Pero ¿acaso nos preguntamos si es obligación de Dios librarnos de absolutamente todo? Alguien decía que el “Padre Nuestro” ha cambiado... ya no es “Padre nuestro que estás en los Cielos”, sino “Padre nuestro que estás en el banco, en el supermercado, etc.”. Hemos llegado al punto de creer que es deber Suyo cumplir con todos nuestros deseos.
Mejor digamos: “Señor, que esta tribulación sea ocasión para encontrarme contigo. Cuando dijiste «En este mundo tendrán aflicciones», estabas pensando en el problema que ahora enfrento. También Tú dices que has vencido al mundo. Que esta contrariedad me ayude a experimentar Tu victoria. Haz algo conmigo. Ayúdame a encontrarte y a sentirte en medio de mi aflicción”.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide Cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 25)