¡Señor, quiero querer hacer Tu voluntad!
¡Cuánto tiempo perdido en vano, en tanto que lo que sí es real —leer y dejarnos ser leídos— no lo aprendemos jamás!
¿Qué podemos hacer si no encontramos el sentido de la alegría en nuestra vida, aunque sigamos practicando la oración?
—Tenemos que entender que no es la oración lo que nos ayudará a encontrar el sentido de la vida. Diré algo más: muchos de aquellos que se preparan para llegar a ser unos venerables padres —hombres, no está de más decirlo, de gran calidad, no me cabe la menor duda de ello—, leen y leen toda su vida. ¿También ustedes tienen la sensación de que la vida está hecha de citas y lecturas? ¡Por favor! Ustedes mismos tienen abierto el libro de la vida… Cristo no dirá: “Ahh… no lo sabías”. ¿Vieron cómo aquellas gemelas mencionadas por Schilling, conocían muy bien no sé qué Obersturmbahnfuhrer de la filosofía alemana? La gran filosofía alemana, sin la cual es imposible… ¿Cómo? ¿Es que no conocemos la metamorfisis del existencialismo? ¡Simples bagatelas, en lo que concierne a la salvación! ¡Exigentes, sí, pero solo para los filósofos de vocación!
Veamos lo que sucede en las facultades de filosofía, en las facultades de ingeniería, de teología, de medicina… ¡Cuánto tiempo perdido en vano, en tanto que lo que sí es real —leer y dejarnos ser leídos— no lo aprendemos jamás! Porque, finalmente, no es la oración la que nos mantiene vivos. ¡La vida es la que sostiene la oración! ¿Puede seguir orando un muerto? A veces, sí. Sí, hay muertos que hablan más que la gente viva, pero eso es otra cosa. Entonces, vivamos, intentemos finalizar las cosas que empezamos, y también tratemos de distinguir en lo que queremos hacer y lo que Dios nos permite hacer, porque la oración está ahí, entre esos dos puntos. ¡Señor, quiero querer hacer Tu voluntad!
(Traducido de: Părintele Constantin Necula, Creștinism de vacanță, Editura Agnos, Sibiu, 2011, pp. 156-157)