¡Señor, sana mi mente!
“¡Ven a mí, Señor, yaciendo estoy en la tierra; levántame de mis viles pensamientos y actitudes, de los despreciables movimientos de mi corazón!”
Les voy a enseñar una forma práctica para lograr que nuestra mente piense sólo en lo que es agradable a Dios. Cuando nos surja un pensamiento cualquiera, que no se corresponda con la ley evangélica, repitamos,
“¡Señor, sana mi mente!”.
Cuando en nuestro corazón aparezca la ira o algo semejante, digamos,
“¡Señor, sana mi corazón!”.
Cuando sintamos que todo esto toma la forma de una guerra, podemos clamar interiormente,
“Señor, sáname por completo... ¡Ven a mí, Señor, yaciendo estoy en la tierra; levántame de mis viles pensamientos y actitudes, de los despreciables movimientos de mi corazón!”.
Así transcurre nuestra lucha.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Cuvântări duhovniceşti, vol I, Editura Accent print, p. 128)