Palabras de espiritualidad

Si amo a Cristo, es que también amo a mi semejante

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

En esto consiste la universalidad de la persona humana. La palabra de Cristo no se detiene, porque es infinita.

“Para mí, la vida de los demás vale mucho más que la mía”. Cuando consigas entender esto, dejará de haber malentendidos y enemistades entres ustedes. Ciertamente, la mejor forma de solucionar tales desencuentros no es algo que dependa de organizar no sé qué cosas o de comportarse de determinada manera, sino de decidirnos a soportar todo. Cada uno de nosotros debe amar a los demás con el amor de una madre.

Debemos ser lo más sensibles que podamos ante las necesidades del otro. Cuando nos hagamos uno con el otro, la bendición de Dios se quedará para siempre con nosotros. Y en abundancia.

Tenemos que ser conscientes de que Cristo carga consigo al mundo entero; en esto consiste la universalidad de la persona humana. La palabra de Cristo no se detiene, porque es infinita.

Luego, si en el “Credo” confesamos que Cristo es Dios verdadero, el Salvador del universo y su Creador, “por Quien todo fue hecho”, ¿cómo podemos reducir nuestra conciencia a una cuestión de nacionalidad, de lugar, de época? Yo no conozco a un Cristo griego, ruso, inglés, árabe… Para mí, Cristo es todo, un Ser más excelso e infinitamente superior al cosmos entero.

(Traducido de: Arhimandritul SofronieDin viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, pp. 19-20)