Si comienzas el día sin orar, te sentirás abatido
Primero ora, asegurándote tu paz. Si no puedes orar mucho tiempo por la mañana, hazlo al mediodía o por la tarde, o mejor de noche. Busca un momento de paz y ora. Ora hasta que llueva, es decir, hasta que te broten las lágrimas. Muchos oran toda la noche, sin cansarse. La oración es dulce.
El stárets Anfiloquio recomendaba: “La oración hecha con perseverancia, atención, piedad y contrición, es buena y provechosa. El maligno lucha de muchas maneras con el que ora, pero ama al que no lo hace. El hombre, en oración, habla con Dios, pidiéndole bienes espirituales y salvación. El que ora debe ser humilde”.
El anciano Jerónimo decía: “No descuides la oración. Cuídate de la indiferencia y de la desidia. Si oras por la mañana y sientes tu alma compungida, todo el día tendrás alas. Pero si comienzas el día sin orar, te sentirás abatido.”
El mismo anciano le aconsejaba a uno de sus discípulos, al respecto de la oración. “Primero ora, asegurándote tu paz. Si no puedes orar mucho tiempo por la mañana, hazlo al mediodía o por la tarde, o mejor de noche. Busca un momento de paz y ora. Ora hasta que llueva, es decir, hasta que te broten lágrimas. Muchos oran toda la noche, sin cansarse. La oración es dulce.”
Porfirio, el Gran Anciano, decía, sobre la oración, “Cuando nos encontramos bajo la influencia de la gracia de Dios, nuestra oración se purifica. Oremos sin cesar, aunque estemos tendidos en la cama y nos preparemos a dormir”.
(Traducido de: Î.P.S. Andrei Andreicuţ, Mai putem trăi frumos?, Editura Renaşterea, Cluj-Napoca, 2012, pp. 94-95)