“¡Si Dios te envió para que cantaras, canta!”
Me contaron las monjas que, una vez, cuando el padre Arsenio recién empezaba a hablar, un ave entró a la iglesia, y empezó a dar graznidos.
El padre Arsenio (Boca) visitaba con frecuencia el Monasterio Vladimireşti para confesar a las monjas que moraban ahí. Muchas de ellas me contaron que también solía pronunciar alguna prédica, ¡y de qué manera! Al terminar los oficios vespertinos, se quedaba un poco más y dictaba una homilía a los presentes en la iglesia. Y si se trataba de algo que quería que escucharan también las monjas, les pedía que permanecieran en la iglesia. Si no, las invitaba a salir. Y me contaron las monjas que, una vez, cuando el padre Arsenio recién empezaba a hablar, un ave entró a la iglesia, y empezó a dar graznidos. El pobre animal graznaba con fuerza, porque no lograba salir del lugar. Entonces, el padre detuvo su prédica y le dijo: “¡Si Dios te envió para que cantaras, canta! ¡Pero si fue el demonio quien te envió para perturbarme, muere!”. Y dicen las monjas que, en ese momento, el pájaro cayó al suelo, muerto. Desde luego, todos los presentes se estremecieron ante lo que acababan de presenciar.
(Traducido de: Emilia Șpan, Părintele Arsenie Boca – Fiți îngăduitori cu neputințele oamenilor, Editura Agnos, Sibiu, 2013, p. 108)