Si el grano no muere...
La semilla se pudre y deja de existir como tal, pero de ella germinará algo más grande, más perfecto, tanto en su complejidad como en su forma.
Sembrada en la tierra, enterrada, la semilla se pudre y deja de existir como tal, pero de ella germinará algo más grande, más perfecto, tanto en su complejidad como en su forma. Dios le da una nueva forma, una nueva belleza y una vida llena de provecho y gozo.
El cuerpo humano es puesto en la tierra, dejando de existir como tal. Sin embargo, de los elementos en los que empieza a descomponerse, como una semilla de trigo, por el poder de Dios, resucitará un nuevo cuerpo, pero no uno perecedero, débil y sin fuerzas, sino un nuevo cuerpo espiritual, lleno de vigor, de incorruptibilidad y de gloria.
(Traducido de: Sfântul Luca al Crimeei, Puterea inimii, Editura Sophia, Bucureşti, 2010, p. 153)