Si purificamos nuestro corazón, ¿cómo veremos a Dios?
Permítanme repetir las palabras del Señor: “¡Bienaventurados los puros de corazón, porque esos verán a Dios!”
¿Entendemos, acaso, el principio de la vida monacal, cuando el propósito de la ciencia monástica es “ver a Dios tal como es”? Muchos teólogos hablan de nuestra imposibilidad de ver a Dios “tal como es”. Pero, permítanme repetir las palabras del Señor: “¡Bienaventurados los puros de corazón, porque esos verán a Dios!”.
Leyendo a los teólogos cuyas ideas están llenas de apofatismo, y aquellas palabras: “Bienaventurados los puros de corazón”, pienso en purificar mi corazón de todo pensamiento que no le agrade a Dios y de todo movimiento del corazón que se oponga a la ley del amor del Padre. Cuando nuestro corazón se vea libre de todo mal pensamiento, ¿veremos a Dios “tal como no es”, teológicamente hablando, o “tal como es”? Sin dudas, “tal como es”. De lo contrario, quedaría una cosa absurda: “Bienaventurados los puros de corazón, porque esos verán a Dios tal como no es”.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Cuvântări duhovniceşti, volumul I, Editura Accent Print, p. 143)