Si queremos cumplir con los mandamientos...
El esfuerzo de los creyentes está constituido por los mismos mandamientos. Pero tú dices: “No podré cumplir con los mandamientos, hasta que no consiga purificarme por medio del esfuerzo y el sacrificio”.
Algunos se tropiezan con sus propias palabras, diciendo: “Queremos cumplir con los mandamientos, pero no podemos... el pecado aún nos domina. Lo primero que debemos hacer es afanarnos en borrar el pecado, para poder cumplir con los liberadores mandamientos”. Sin embargo, quienes utilizan esas palabras no saben lo que dicen ni cómo demostrarlas, porque, si no eres libre, y no puedes cumplir con los mandamientos, ¿con qué medios y con qué esfuerzos pretendes disipar tu pecado?
El esfuerzo de los creyentes está constituido por los mismos mandamientos. Pero tú dices: “No podré cumplir con los mandamientos, hasta que no consiga purificarme por medio del esfuerzo y el sacrificio”. ¡Muéstrame cuáles son esos afanes, fuera de los mandamientos que mencionas, y me someteré a tus argumentos! A ver: si oras, estás cumpliendo con un mandamiento. Si luchas con los pensamientos, estás cumpliendo con otro mandamiento. Si guardas ayuno y también haces vigilias, eso también es un mandamiento. Si eres caritativo, es mandamiento. Si tomas la cruz, si haces o dices cualquier cosa buena, eso también es un mandato. Por eso, a quienes reciben fuerza de los mandamientos, Dios les ordena esforzarse en ello y no volver atrás, y no que con esto borren su pecado, sino que desde aquí no vuelvan a caer en él.
Y es que los mandamientos no cercenan el pecado, porque esto solamente la Cruz lo hizo, sino que cuidan de los límites de la libertad que se nos otorgara, cuando el Bautismo. Ahora dime, si con tus obras borras el pecado de Adán, ¿cómo fue que Cristo murió por nuestros pecados, según la Escritura? (I Corintios 15, 3)?
(Traducido de: Sfântul Marcu Pustnicul, Scrieri, Editura Egumenița, Galați, pp. 55-56 )