¡Si supiéramos qué fácil es encontrar a Dios!
Tal como hacemos con tantas cosas necesarias para la vida terrenal, también tenemos que buscar, pero con mayor interés, a Dios, Quien es el Manantial de nuestra vida y nuestra felicidad.
¡Cuánto afán, cuánto esfuerzo el de quienes se dedican a buscar el oro y extraerlo de la tierra! ¡Cuánto trabajo! Bien, del mismo modo en que buscamos con ahínco al hijo que se extravió, o al que está enfermo, o al oro que se haya oculto en la tierra, tal como hacemos con tantas cosas necesarias para la vida terrenal, también tenemos que buscar, pero con mayor interés, a Dios, Quien es el Manantial de nuestra vida y nuestra felicidad. Para encontrar a su hijo, o a su esposa, o el oro, o cualquier otra cosa necesaria para su existencia, el hombre debe enfrentar muchos obstáculos y problemas desconocidos para su mente, en tanto que buscar y encontrar a Dios es mucho más fácil.
(Traducido de: Protosinghelul Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 24)