Si todos supiéramos amar…
El amor no envidia, no se envanece. Y es que considera el bien del otro como si fuera el suyo.
Si todos hubieran amado y hubieran sido amados, nadie habría sufrido jamás la injusticia o el mal por parte de sus semejantes. Al contrario, todos los crímenes, los conflictos, las guerras, las revueltas, los robos y cualquier otra forma de maldad hubieran desaparecido. Hasta el mismo nombre de la maldad habría sido olvidado y se habría vuelto desconocido para todos.
El amor no envidia, no se envanece. Y es que considera el bien del otro como si fuera el suyo. ¿Has visto cómo el amor convierte en un ángel en miniatura a aquel que se alimenta de él? (Homilía XXXII sobre la Primera Carta a los Corintios).
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Texte alese. Volumul I, traducere de Preot Ioan Andrei Târlescu, ediție îngrijită de Ieromonah Porfirie Nichita, Editura Bunavestire, Bacău, 2012, p. 41)