Si vives sin Cristo, te das cuenta que vendiste tu vida por dos monedas
La eternidad, como la muerte, es una realidad. No viene buscando obsequios especiales, café y bizcochos. Viene y te lleva con ella.
La vida del hombre debe transcurrir en relación con la eternidad. ¡Entonces es cuando te das cuenta del valor del tiempo y de tu propio aliento! Eres libre de hacerlo desde hoy mismo...¿quién te impide orar? Si es el enemigo quien intenta impedírtelo, recibirás una recompensa de héroe por haber orado en esas circunstancias adversas.
Yo mismo pasé 14 años en prisión (durante el régimen comunista rumano, N. del T.), que fueron más que fructíferos. Y pensaba: ¡qué cosa tan grande, sufrir, desde luego, por algo! Sufría por Cristo. Era consciente que sin la ayuda de Cristo era fácil venderte por dos monedas y escapabas de aquellos terribles momentos... pero perdiendo la perspectiva de la eternidad.
La eternidad, como la muerte, es una realidad. No viene tras obsequios especiales, café y bizcochos. Viene y te lleva con ella.
(Traducido de: Arhimandrit Arsenie Papacioc, Despre izbăvirea de întristare, Editura Elena, Constanța, 2013, p. 23)