Palabras de espiritualidad

¿Sigue existiendo el amor verdadero en los hombres de hoy?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

No podemos vivir solos, porque la vida es comunión. La soledad es muerte. Cuando sufrimos en una relación, sigue siendo muerte, pero una muerte seguida por la resurrección.

¿Qué hacer cuando los demás nos decepcionan? ¿Es mejor vivir solos? ¿Sigue existiendo el amor verdadero en los hombres de hoy?

—¡Decepciónate hasta que dejes de engañarte! La decepción es algo que tú te creas. Mi decepción es obra mía: nadie podría engañarme, si yo no me dejo engañar.

Y toda decepción es una buena obra, un servicio. Besemos la mano del que nos ha decepcionado, también sus mejillas... ¡Agradezcámosle con deferencia, pongamos su nombre en el listado de peticiones que llevamos a la iglesia, para que oren por él unos 10 años, y apartémonos de él! Porque, elegir seguir viviendo con alguien que se ha especializado en engañarte y lo hace con placer, me parece demasiado.

Aprendamos desde la primera lección: nos engañamos porque nos llenamos de expectativas con respecto a los demás. Nos gustaría que todos fueran como nos apetece, y como quisiéramos ser también nosotros; así es como nos engañamos, pensando que somos de determinada manera... De alguna forma, que esa decepción sea el comienzo del conocimiento, del amor. Aquel que resiste diez decepciones y, aún así, sigue amando a quien le decepciona, tiene todas las posibilidades de amarle hasta el Juicio Final. Entre tanto, hay que decirle cada vez que su comportamiento te provoca dolor y que has elegido perdonarle, e incluso pedirle que pida perdón... Pero, lo más importante en este punto es asumir las consecuencias de su comportamiento, sin acusarle de las cosas que te hace aguantar. Tú elegiste ese camino y debes asumirlo...

No podemos vivir solos, porque la vida es comunión. La soledad es muerte. Cuando sufrimos en una relación, sigue siendo muerte, pero una muerte seguida por la resurrección. Morimos a la forma de centrarnos en nosotros mismos y resucitamos para el otro. Nadie se libra de morir. Solamente el día de la Gran resurrección nos libraremos de la muerte. Pero, podemos elegir entre morir solos y tristes, dedicándole todo nuestro amor a un gato con pedigrí, o morir vivos, rodeados de quienes nos aman y a quienes amamos, a pesar de las heridas que otros nos hicieron y las decepciones que hemos tenido que enfrentar a través del tiempo.

(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Deschide cerul cu lucrul mărunt, Editura Doxologia, 2013, p. 96-97)