Sin amor, todo esfuerzo es vano
La maldad que hay en el hombre no proviene tanto de él mismo, sino del astuto que continuamente nos observa para acecharnos. Nadie quiere saber que lo más importante es conocerse a uno mismo, entender quién es uno en verdad. Esta es la virtud más grande.
Hagámoslo todo con oración y bendición, para que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros: “Sin Mí nada pueden hacer”, dice el Señor.
Actualmente se han multiplicado las tentaciones para el monje, porque el astuto ha adquirido un mayor poder y osadía.
La maldad que hay en el hombre no proviene tanto de él mismo, sino del astuto que continuamente nos observa para acecharnos.
Nadie quiere saber que lo más importante es conocerse a uno mismo, entender quién es uno en verdad. Esta es la virtud más grande.
La Ortodoxia no nos obliga jamás a ver los errores del otro, sino los nuestros, y esto con el objetivo de hacernos humildes y llegar a considerarnos peores que los demás.
Sin amor, todo esfuerzo es vano. Entonces: amor, paz y el manto de la obediencia.
Dios es amor, pero amor equilibrado.
Las decisiones de los Santos Sínodos decían: “El Espíritu Santo se nos manifestó”, y quedaban convencidos que aquellas determinaciones provenían de Dios. Ninguno de esos siete concilios estuvo libre de milagros. Y nosotros, hoy en día, renunciamos a esas resoluciones, en nombre del amor...
(Traducido de: Stareţul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, p. 297)