Sobre el amor y el alma del hombre espiritual
La contemplación mística “es la revelación del intelecto, cuando el alma se concentra en sí misma”.
El amor mismo es la “morada”, el “lugar” del hombre espiritual; el amor reside en la pureza del alma. Cuando el intelecto llega al territorio del amor, la Gracia obra en él y recibe la contemplación espiritual, de manera que puede empezar a ver las cosas que antes le estaban ocultas. La contemplación mística “es la revelación del intelecto, cuando el alma se concentra en sí misma”.
“Aquellos que han purificado su alma con la práctica de las virtudes, se hacen dignos de la contemplación divina”. “Los puros de corazón ven a Dios”. “Los que se han purificado del pecado e incesantemente se acuerdan de Dios, son los que pueden verlo a Él”. “Al Reino de Dios se le llama también ‘visión espiritual’, porque así es él en realidad”, concluye San Isaac el Sirio.
(Traducido de: Părintele Iustin Popovici, Credința Ortodoxă și viața în Hristos, Traducere: prof. Paul Bălan, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 72)