Sobre el instinto materno
Cuando la madre cuida con toda dedicación, de forma instintiva, a su hijo enfermo, su corazón llega a tocar lo más profundo del sufrimiento del otro.
El tercer propósito de la mujer es el de ser sanadora. Esto es algo completamente natural para ella: una buena madre siente instintivamente qué es lo que necesita su hijo al llorar, cuándo, en dónde y cómo ayudarle. El vínculo producido por dicha identificación mística la impulsa a utilizar en el futuro esa capacidad, el instinto materno, dirigido también a otras personas.
Se desarrolla, así, el don de una profunda empatía. Específicamente, el talento artístico de la identificación. Cuando la madre cuida con toda dedicación, de forma instintiva, a su hijo enfermo, su corazón llega a tocar lo más profundo del sufrimiento del otro.
Por su parte, la mujer médico, que en su alma sigue siendo una flor, una niña y un ángel guardián, comprendida por el instinto materno, puede obrar milagros en lo que respecta al diagnóstico de sus pacientes, los consejos que les da y los cuidados que les procura. Es entonces cuando en ella la naturaleza y el espíritu celebran una síntesis creadora.
(Traducido de: Viața de familie, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2009, pp. 49-50)