Sobre el origen de las pruebas y las tentaciones
Muchas veces debemos enfrentar pruebras, tentaciones o enfermedades por culpa de nuestra falta de discernimiento y cuidado.
No solamente por decisión de Dios o por causa del demonio, muchas veces debemos enfrentar pruebras, tentaciones o enfermedades por culpa de nuestra falta de discernimiento y cuidado, como les sucede a aquellos que ven que se aproxima la tormenta y, con todo, desatan su embarcación y se adentran en el mar y en toda clase de peligros.
Las pruebas que provienen de Dios, para provecho del hombre, jamás arrancan la buena esperanza del alma, como en el caso de Job; por eso es que le decía a Dios: “Mientras dure mi servicio, esperaría la hora del relevo” [1] y “si una tregua me dieras para acordarte de mí luego” [2].
Por su parte, las tentaciones que provienen del demonio, con la aquiescencia de Dios, llenan el alma de desesperanza y desánimo.
(Traducido de: Sfântul Anastasie Sinaitul, Întrebări și răspunsuri, 90, CCSG 56, p. 144)