Palabras de espiritualidad

Sobre la preparación para recibir la Santa Comunión

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

No es tan importante hablar sobre la frecuencia con que tendríamos que acercarnos a la Eucaristía, sino sobre cómo lo hacemos. Se trata, entonces, de un problema de conciencia eucarística y de preparación para comulgar.

Por favor, padre, háblenos más sobre la Santa Comunión, porque hay muchas personas que se han acostumbrado a comulgar con muy poca frecuencia, cosa completamente alejada a la línea de la tradición cristiana.

—Sé que hasta no hace mucho la gente solía comulgar raras veces, y es posible que siga siendo así. Actualmente, en nuestro monasterio oficiamos la Divina Liturgia y comulgamos cuatro veces a la semana. También hay fieles que vienen al monasterio cada domingo para comulgar. Esta costumbre probablemente concuerde con lo que se hacía en la Iglesia primitiva. Pero lo que quiero subrayar no es el problema de la frecuencia con que comulgamos, sino el del modo en que lo hacemos. Hay una preparación previa a recibir la Eucaristía, que puede tomar diversas formas, y que es absolutamente necesaria. Sería un error de bulto multiplicar las veces que comulgamos, si esto no viene acompañado de una profundización de nuestra conciencia cristiana. Los Santos Padres hablaron claramente de esto, e incluso hay un himno de San Simeón el Nuevo Teólogo que lo enfatiza con suficiente claridad.

¿Qué es mejor, comulgar con frecuencia, o hacerlo raras veces? (En relación con un texto de San Nicodemo el Hagiorita, recientemente publicado).

—Creo que esto es algo que cada persona debe discutir con su propio padre espiritual. En la Iglesia Ortodoxa evitamos caer en reglas abstractas, porque preferimos promover el vínculo permanente y directo con el padre espiritual. Con todo, creo que es mejor hablar de “comunión continua”, en vez de “comunión frecuente”. No he leído el texto de San Nicodemo el Hagiorita, pero creo que también sugiere esto que estoy diciendo.

Luego, no es tan importante hablar sobre la frecuencia con que tendríamos que acercarnos a la Eucaristía, sino sobre cómo lo hacemos. Se trata, entonces, de un problema de conciencia eucarística y de preparación para comulgar. San Simeón el Nuevo Teólogo dice, en una de sus epístolas, que si tienes una buena y correcta disposición espiritual, bien podrías comulgar cada día. También San Basilio el Grande dice lo mismo, al igual que el texto mismo de la Divina Liturgia, cuando exclamamos: “¡Con temor de Dios, con fe y amor, acercaos!”.

Creo que no hay ninguna razón por la cual el sacerdote tenga la posibilidad de comulgar cada día, en el marco de la Divina Liturgia, y a los fieles se les prive de ello.

(Traducido de: Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a IV-a, Editura Anastasia, 2004, pp. 138-140)