Sobre los bienes terrenales en la vida del cristiano
No hay nada más valioso en este mundo, que la devoción unida al agradecimiento.
El Señor no nos reprocha nada por gozarnos de los bienes terrenales, porque Él mismo dijo que, en nuestra situación, necesitamos de ellos para viajar en paz hacia la Patria celestial. El Apóstol Pedro considera que no hay nada más valioso en este mundo, que la devoción unida al agradecimiento. La Santa Iglesia, en sus oraciones, pide que se nos den las cosas de este mundo, aunque las cargas, las aflicciones y las privaciones sean parte de nuestra vida terrenal. Ciertamente, Dios no quería que las aflicciones y las necesidades fueran una característica de esta última. Por eso, y a través de la boca del Apóstol, nos llama a llevarnos nuestras cargas recíprocamente, para obedecer a Cristo, Quien nos exhortó a amarnos los unos a los otros. Guiados por este amor, el difícil camino de la vida hacia el Cielo será mucho más fácil. El Señor vino a nosotros, no para que le sirviéramos, sino para servirnos, ofreciendo Su propia vida como el precio de la redención (Mateo 20, 28; Marcos 10, 45).
¡Haz tú también lo mismo, alegría mía! Así, consciente de la Gracia que viene a ti, habláles de ello a todos los hombres deseosos de la salvación.
(Traducido de: Sfântul Serafim de Sarov, Scopul vieții creștine, Editura Egumenița, p. 72-74)