¡La misericordia de Dios sea contigo! Me alegro mucho de tu felicidad. Dios te ha concedido este matrimonio. Bendigo Su benefactora mano. Tú preocúpate en no perder lo que se te ha dado. Creo que tu boda ya ha tenido lugar y has empezado ya a vivir con tu esposa. El Señor los bendiga y los haga parte de toda clase de alegrías. Recibo a tu esposa como si fuera una pariente espiritual. Recuerda bien: a partir de este momento ambos serán el origen de nuevas generaciones. Deben obrar de tal forma que les hereden a sus hijos no sólo bienes materiales, sino principalmente un cuerpo sano y un alma fuerte. Que Dios los llene de bendiciones.

Me alegra que lo hayas conseguido. Que Dios los ayude, en todo. Haces bien compartiendo suficiente tiempo en tu nuevo hogar. Es malo cuando uno no encuentra felicidad en su propia familia. Esfúerzate para que siempre sean así las cosas. Este arte consiste en comenzar cada día como si fuera el primero después de la boda; aprender a vivir en pareja, ésta es una gran sabiduría. Recuerda también que el temor de Dios nos enseña todo lo necesario.

¡Que la misericordia de Dios esté contigo! Cuiden siempre su amor. De él brotará una familia feliz. Ese manantial debe ser cuidado y conservado libre de impurezas. Que Dios te proteja. Que Su misericordia los acompañe siempre. Ámense y vivan alabando a Dios y bendiciéndolo con su misma forma de vida.

(Traducido de. Sfântul Teofan Zăvorâtul, Mântuirea în viața de familie, Editura Cartea Ortodoxă, București, 2004, p.8)