Sobre los íconos de la Madre del Señor en esta región rumana
Muchas veces nos hemos arrodillado ante ellos, elevando una callada oración en el mismo lugar donde alguna vez lo hicieron nuestros ancestros. Pero no lo sabíamos. Veíamos solamente nuestro propio dolor, clavado como una aguja y desangrando nuestro presente. ¡Cuántas veces hemos buscado la mirada de nuestra comprensiva Madre y las manitas del Niño, que nos parecían extendidas hacia nosotros para consolarnos! ¡Cuántas veces hemos visto sus rostros con ojos simples, ingenuos, esperando una respuesta! El padre Lucas (Diaconu), stárets del Monasterio Bistrița, nos habla de los más conocidos íconos milagrosos de Moldova.
Venerable padre stárets, ¿cuáles son las más valiosas obras de arte religioso en la región moldova de Rumanía?
—Si nos referimos a los íconos “móviles”, encontramos al menos tres muy conocidos: el del Monasterio Neamț —que tiene a la Madre del Señor Odighitria en su anverso, y en el reverso, al Grande y Santo Mártir Jorge, protector de Moldova—, el del Monasterio Agapia —también de la Madre del Señor—, ambos procesionales y pintados también en su reverso, y el de Santa Ana del Monasterio Bistrița, el más conocido ícono milagroso procesional de Moldova, especialmente en tiempos de sequía. Después podemos mencionar a los íconos de la Madre del Señor, todos en su versión Odighitria, de los monasterios Secu, Putna y Văratec, del siglo XVI. Se trata de los íconos más extraordinarios, desde la perspectiva del arte bizantino.
Luego, en Moldova hay muchos más íconos milagrosos, de factura más reciente. Por ejemplo, el ícono de la Madre del Señor del Monasterio Socola, el único que ha sido sometido a distinos análisis, en Iași, por expertos extranjeros. Estamos hablando de un ícono que “lloró” durante algunos meses, probablemente porque el Seminario de Socola estaba en proceso de ser clausurado. El obispo de Roman, Melquisedec (Stefanescu), escribió un texto sobre los íconos milagrosos de Moldova y participó en dichos estudios. Los extranjeros pensaban que se trataba de un fraude. Sacaron el ícono, lo examinaron de arriba a abajo, esperando encontrar algún artificio que explicara aquel “llanto”. Al finalizar sus pesquisas, llegaron a la conclusión de que, en verdad, la Madre del Señor había llorado en el Monasterio Socola.