Solamente orando puedes avanzar en la oración
No te asustes jamás por lo que te venga a la mente, ni por lo que veas, ni por lo que te salga desde lo profundo de tu existencia; lo importante es no desear tenerlo. Y es entonces —porque no somos capaces de ordenarnos por nosotros mismos— cuando le pedimos ayuda a Dios. Así, le presentamos nuestros pensamientos, con nuestra oración.
San Juan Climaco dice que la oración puede ser sucia, robada, perdida y pura.
La oración pura es la que alcanzan los que han eliminado toda mancha. Pero San Juan Climaco no dice que debes dejar de orar si tu oración es sucia, sino que por medio de la oración irás avanzando en la oración misma. No te asustes jamás por lo que te venga a la mente, ni por lo que veas, ni por lo que te salga desde lo profundo de tu existencia; lo importante es no desear tenerlo. Y es entonces —porque no somos capaces de ordenarnos por nosotros mismos— cuando le pedimos ayuda a Dios. Así, le presentamos nuestros pensamientos, con nuestra oración.
La oración, como dije, viene por medio del Redentor. Y es a Él a quien le pedimos Su ayuda, “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”. Se dice que Santa María de Egipto vivió diecisiete años en desenfreno y que precisamente diecisiete años le fueron necesarios para ordenar su mente. Luego, todo esto debe tomarse en serio.
Ahora bien, yo no soy alguien que al orar experimente únicamente pensamientos extraordinarios... a mí también me surgen pensamientos comunes cuando oro. Pero nunca me arrepiento si, mientras oro, me acuerdo de alguien y puedo mencionarlo frente a Dios, diciendo, “Señor, ayuda a esta persona, que también a mí me ayudó”. Otras veces me acuerdo de alguna poesía hermosa, y la repito en mi mente cuando oro, diciendo, “¿No es verdad, Señor, que es bella?”. ¡Imagínate poder llegar a tener pensamientos tan buenos, que puedas involucrarlos en tus oraciones!
De la forma como eres tú, así también es tu oración. Como te comportas, así también oras. Si no oras, tu oración decae. Si oras, avanzas en la oración. Hay un exhorto, “¡Ora como puedas, para que puedas llegar a orar como debes!”. Otras palabras, dignas de tener en mente, dicen: “Orando aprendes a orar”. Sólo orando puedes avanzar en la oración. El que renuncia a orar, renuncia al progreso en la oración.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, p. 127)