Palabras de espiritualidad

Solo en Cristo hay libertad

  • Foto: Valentina Birgaoanu

    Foto: Valentina Birgaoanu

Podemos ser libres, si obedecemos la Palabra de nuestro Señor Jesucristo y permanecemos en Él, tomando nuestra cruz, decididos a seguirle.

El Señor Mismo nos muestra la forma en que podemos conservar nuestra libertad.  Él dice: “Que tome su cruz y me siga”. Ciertamente, solamente de esta manera podemos permanecer libres. Y para demostrarnos que la libertad consiste en seguirle a Él, dice en otra parte: “Si permanecéis en Mi Palabra, en verdad seréis discípulos Míos y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Entonces, si el Hijo os hace libres, seréis libres en verdad”. Así pues, podemos ser libres, si obedecemos la Palabra de nuestro Señor Jesucristo y permanecemos en Él, tomando nuestra cruz, decididos a seguirle.

Interpretando el sentido de las palabras del Señor y presentándolo según el modo espiritual de lectura, nuestro Señor Jesucristo parece decir: “Si alguno desea ser libre, que renuncie a su cuerpo, con todo y sus pasiones y apetitos, y, tomando la cruz de la paciencia en las aflicciones y las penurias, que guarde Mi Palabra”. Es decir, que renuncie al pecado, que elija el bien, que tenga fe en el Hijo de Dios, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida. No hay otro modo, porque, quien se somete al pecado, se convierte en esclavo de este, y quien no ama el bien, es decir, a nuestro Señor Jesucristo, no puede respetar los mandamientos, y así es como pierde la libertad. Porque nuestro Jesucristo es el Mismo espíritu de la libertad, “porque ahí donde está el Espíritu del Señor, ahí también hay libertad”. Por eso, quien no siga a Cristo permanecerá en la esclavitud, porque Cristo no lo habrá liberado.

En consecuencia, si queremos ser libres, tenemos que escuchar y obedecer la Palabra del Liberador y guardarla en nuestro corazón; solo así podremos reconocer la verdad que nos hace libres. De lo contrario, seguiremos siendo esclavos del pecado y siervos de nuestras pasiones. Libres para pecar, esclavos para hacer el bien.

(Traducido de: Sfântul Nectarie de la EghinaZece cuvântări bisericești la Postul Mare. Despre îngrijirea sufletului, Traducere Laura Enache, Editura Doxologia, Iași, pp. 138-139)