Te preguntas: “¿Qué camino debemos seguir, para llegar a Dios?”. ¡El camino de la humildad! Soportando con humildad las cargas de la vida, siendo pacientes en las enfermedades que Él nos manda, manteniendo una humilde esperanza en que el Señor nunca nos abandona —porque Él es nuestro pronto Auxilio y un amoroso Padre— y orando con sencillez para recibir la ayuda divina, apartar la tristeza y alejar el sentimiento de desesperanza, con el cual el enemigo de la salvación intenta llevarnos a la angustia, para perdernos, arrebatarnos la Gracia y alejarnos de la misericordia de Dios.

(Traducido de: Starețul Nectarie de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, p. 217)