Palabras de espiritualidad

¿Somos capaces de experimentar la verdadera contrición?

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Cuando surge la posibilidad de actuar de acuerdo a nuestra propia oración, según lo que ordena nuestro corazón, no nos alcanza el valor para proceder con nuestros actos en eso que le pedimos a Dios...

La contrición es rectificar nuestra vida, cambiar nuestros pensamientos y transformar nuestro corazón, para volver a estar frente a Dios, con una esperanza llena de alegría y emoción, confiados en que, aunque no merecemos la misericordia de Dios, Cristo vino al mundo no para juzgarnos, sino para salvarnos. Y sabemos que Él no vino a los justos, sino a los pecadores. No obstante, el volver a Dios con esperanza o su simple invocación no es todo, porque muchas cosas en nuestra vida dependen de nosotros mismos. ¿Con cuánta frecuencia decimos: “¡Señor, ayúdame! ¡Señor, dame paciencia, dame pureza, dame un corazón impoluto, dame la palabra justa!”? Mas cuando surge la posibilidad de actuar de acuerdo a nuestra propia oración, según lo que ordena nuestro corazón, no nos alcanza el valor para proceder con nuestros actos en eso que le pedimos a Dios. Es entonces cuando nuestra contrición y nuestro impulso espiritual quedan estériles. La contrición debe empezar en esta esperanza en el amor de Dios, junto con el esfuerzo, un esfuerzo realizado con valentía, en el cual nos obligamos a vivir de la forma correcta y no como hemos vivido hasta hoy. Sin esto, Dios no nos salvará, según lo que dice Cristo: no cualquiera que diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de Dios, sino solamente aquellos que traigan sus frutos. Y así es como los reconoceremos: por su paz, su alegría, su amor, su paciencia, su templanza, su humildad... Todos estos maravillosos frutos pueden, desde ya, transformar este mundo en un Paraíso, si somos capaces de multiplicarlos como un frondoso árbol...

(Traducido de: Antonie Mitropolitul Surojului, Bucuria pocăinței, Editura Marineasa, p. 39-40)