¿Soy rico y no me había dado cuenta de ello?
“Rico no es el que tiene muchas cosas, porque todo el tiempo le parecerán insuficientes y no podrá dejar de desear tener más, sino aquel al que le basta con lo que tiene, por poco que sea…”.
Sócrates decía bien: “Si quieres hacer rico a alguien, no le des riquezas, porque no se detendrá y siempre querrá tener más y más. Hazlo desear menos y entonces lo harás rico. Rico no es el que tiene muchas cosas, porque todo el tiempo le parecerán insuficientes y no podrá dejar de desear tener más, sino aquel al que le basta con lo que tiene, por poco que sea. Este es el verdadero rico”.
Hace ya algún tiempo, un asceta vivía en una solitaria y fría cueva. En invierno, lo único que tenía para cubrirse era una esterilla. Al irse a dormir, ponía la mitad de la esterilla sobre el helado suelo de piedra, y con la otra mitad se envolvía una parte del cuerpo. Como era de suponer, de nada le servía “cubrirse” de esa manera, porque el frío le seguía castigando con severidad. Un día, pensó: “¡Oh, Dios mío, cuántos hermanos míos, mucho más virtuosos, más buenos y más devotos que yo —porque yo no soy sino un pecador, una nada— se hallan en prisión, con las manos engrilletadas y los pies atados a una cadena! ¡Pero yo tengo de todo! Tengo incluso esta cueva y mi esterilla, y puedo extender mis piernas como un verdadero rey”. Y no le faltaba razón: tenía todo lo que necesitaba, es decir, una cueva y una esterilla. Eso era todo lo que él deseaba. ¡Era verdaderamente rico!
(Traducido de. Arhimandritul Epifanie Theodoropulos, Toată viața noastră lui Hristos Dumnezeu să o dăm, Editura Predania, București, 2010, p. 42)