Sube tú, que ella te seguirá
Debes amar a tu esposa así como es: si usa un pañuelo en la cabeza o no lo usa, con el pelo pintado, con aretes, maquillada o sin maquillaje... ¡es siempre tu esposa!
Pienso que es posible que el esposo o la esposa dejen de ver lo que está mal en el otro. ¡En verdad, es todo un reto dejar de ver sólo lo malo y empezar a ver lo bueno! Y es que ese error nace desde el mismísimo primer encuentro. Entonces se presentan con todo lo mejor que hay en ellos. Luego, cuando llega el momento de conocer a los padres del chico o de la chica, éstos se deshacen en elogios hacia su retoño... Ninguno tiene el valor de decir: “Nuestro hijo tiene tales virtudes, aunque también tiene estos y aquellos defectos”. O “Nuestra hija tiene estas y aquellas virtudes... aunque no sabe hacer esto y no tiene inclinación a tal cosa”. Estas son cosas que nadie dice. Pero si lo hiceran, entonces ambos lucharían por soportar, corregir y superar las debilidades del otro.
Porque una esposa o un esposo deben ser amados con todo, con lo bueno y lo malo que hay en ellos, con sus virtudes y defectos. Pondré un ejemplo. Una pretenciosa chica, amiga de mi familia, se casó con un chico que tenía una nariz enorme. Por ser amigos, me permití preguntarle: “¿Cómo fue que precisamente lo elegiste a él para casarte?”. Y ella me respondió: “Padre, créame, me gusta mucho, así como es él”. Esta fue su respuesta. ¿Entienden que debemos amar a nuestro esposo o a nuestra esposa así como es? Si le gusta beber, así debes amarlo. Lo mismo si es algo torpe, si es alto, si es algo encorvado... si tú lo elegiste así, ámalo así como es. Lo mismo con tu esposa, para el caso de los hombres. Ámala así como es: con un pañuelo en la cabeza o sin él; con el pelo pintado, con aretes, maquillada o sin maquillaje... ¡es siempre tu esposa! ¿Quieres llegar lejos, avanzar? Es simple. Sube tú, que ella te seguirá. Pero si no te interesa subir, sino sólo comentar y reprochar, lo que conseguirás es que aparezca oposición. No sembraste lo que debías desde el principio, no dijiste lo que debías decir, ahora te toca trabajarlo más despacio. Así son las cosas de la familia.
(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soț ideal, soție ideală, Editura Anastasis, p. 105)