Tienes una salud de hierro, juventud y vigor... ¡pero no te confíes!
No confíes sólo en tu salud de hoy, en tu apariencia física, en tus riquezas, en tu juventud. Son sólo sombras y sueños. Nuestra vida es breve. Muy, muy breve, pasajera. Vívela, pues, preparándote para la otra, que es eterna.
¿Has visto lo que somos? Flor, sombra, sueño, tela de araña, sombra de nube... y nada más. Nuestra vida se asemeja a los más débiles sucesos naturales. Luego, no confíes sólo en tu salud de hoy, en tu apariencia física, en tus riquezas, en tu juventud. Son sólo sombras y sueños. Nuestra vida es breve. Muy, muy breve, pasajera. Vívela, pues, preparándote para la otra, que es eterna.
Vive, en esta tierra, para los Cielos. Vive aquí para el Paraíso, para esa felicidad infinita que nos espera después del sepulcro. Nuestra vida tiene cuatro estaciones. Su primavera es nuestra infancia, su verano, nuestra juventud, su otroño, nuestra vejez. ¡Y su invierno, el cercano fin!
(Traducido de: Arhimandrit Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 163)